El origen real del DIY, allá por los años setenta, proviene de la subcultura punk, y estaba ligado a posturas anticonsumistas y antisistema; pero no fué hasta los años noventa cuando empezó a considerarse como un movimiento realmente emergente, sobre todo en Inglaterra, que fue donde más rapidamente se popularizó.
Una de los ítems más visibles del DIY fueron los fanzines, que revolucionaron el mundo de la prensa escrita. Muchas de las publicaciones actuales más punteras son herederas en cierta medida de aquella revolución, y hay incluso quien dice que la actual escena independiente desarrollada en Internet tiene su origen en aquella escena fanzinera de los noventa.
¿Por qué hoy vuelve a hablarse insistentemente del DIY? ¿Se trata sólo de una faceta más del revival noventero que los medios vienen anunciando desde hace un tiempo? La respuesta, una vez más, nos la vuelve a dar la tecnología.
Los avances en softwares de todo tipo y la proliferación del acceso a Internet de alta velocidad ha dado a los ciudadanos la capacidad no sólo de generar sus propios productos y contenidos, de acuerdo a sus verdaderas necesidades, sino también de distribuirlos (en este sentido es interesante el concepto de distribución viral). Es más, cada es mayor la capacidad de los ciudadanos de generar sus propios empleos, lo que nos acercaría a una definitiva y verdadera revolución laboral.

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